LOS MEDICOS AZTECAS CURABAN

 EL CANCER Y LA RABIA

AÑO 5, No.5,  OCTUBRE 2000

Las eminencias médicas del Magno Imperio Azteca tuvieron técnicas especiales para  localizar y curar el cáncer del seno, así como un amplio conocimiento acerca de la circulación sanguínea, de las pulsaciones cardíacas y del pulso radial.

Estos médicos cirujanos egresados de las universidades del Magno Imperio Azteca, también lograron a través de profundas investigaciones productos medicinales para curar la rabia declarada.

Al respecto el escritor Ignacio Romero Vargas Iturbide, en su obra “Los Gobiernos Socialistas de Anáhuac”, dijo que los antiguos mexicanos en terapéutica estaban mucho más adelantados que cualquier pueblo europeo de entonces.

Formación de Moho de Tortilla

Explicó que nuestros antiguos mexicanos conocían productos medicinales para curar la rabia declarada, cuyo secreto, actualmente,  los yaquis de Sonora conocen y guardan escrupulosamente. Asimismo, del moho de las tortillas viejas sacan un producto para curar las heridas, lo que hoy se conoce como penicilina. 

Nuestros antiguos mexicanos aplicaron el sangrado por medio de sanguijuelas o por púas huecas (agujas). Las tumoraciones, que no distinguieron plenamente de otros padecimientos, fueron reconocidas; la mejor diferenciada fue el cáncer del seno, para el cual tuvieron un tratamiento de acuerdo con sus conocimientos médicos.

Yaqui

También curaban las quemaduras, contusiones, equimosis (manchas lívidas de la piel) y picaduras de animales ponzoñosos, así como las heridas causadas por agentes externos. Tampoco padecieron caries dentales, posiblemente  tuvieron el conocimiento de alguna vacuna que impedía la aparición de este virus. 

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LA AVANZADA METALURGIA AZTECA

AÑO 5, No.57,  DICIEMBRE 2000

Los Aztecas manejaron una avanzada industria metalúrgica y dominaron la técnica de templar el cobre, pues también tuvieron un gran conocimiento en la explotación de minas. Asimismo existen datos históricos que comprueban que nuestros antiguos mexicanos sí conocieron el hierro, pero no lo trabajaron por considerarlo un metal de poca duración.

El sabio alemán Alexander Humboldt, explicó que los antiguos mexicanos no se conformaron con los metales que encontraban en los ríos y en la superficie del suelo o en las barrancas agrietadas por los torrentes, sino que se daban a trabajos subterráneos o minas para explotar las vetas, sabiendo cavar galerías, formar pozos de comunicación y ventilación y tenían instrumentos propios para perforar la roca. 

Excavación de Mina

El escritor Francisco de Asís de Flores y Troncoso, en su obra “Historia de la Medicina en México”, explica que los mexicanos conocieron y emplearon en su industria y artefactos, el oro  y la plata, a los que les llamaron teocuitla coztic y teocuitla iztac, respectivamente.

Las principales minas de plata que explotaban los mineros Aztecas, se encontraban en la conocida población de Taxco, Guerrero, ya célebre desde entonces. Asimismo sacaban cobre y estaño, y en esa población se hallaba la fundición de una especie de moneda. En el idioma Náhuatl <atic o ática> significa: fundición.

En la región Otomí denominada Izmiquilpan  fue famosa por su minas de plomo que en Náhuatl se le denominaba: temetztli, y de las minas de Chilapan sacaban el mercurio, productos que posteriormente vendían en los mercados de México.

Trabajo de plata procedente de Taxco Guerrero

El escritor Flores y Troncoso, explica que entre los Aztecas, el arte de joyero, platero y fundidor estaba adelantadísimo. Dijo que Oviedo, al conocer estas joyas, exclamo que los mexicanos sabían dorar bastante bien los vasos de cobre o de oro bajo, y les daban un color tan excelente y tan encendido, que parecía oro de 22 quilates y más.

Esta afirmación en relación al chapeado de oro, nos indica que nuestros antiguos mexicanos conocían y dominaban la electrólisis, es decir, la descomposición de un metal o  sustancia por medio de corrientes eléctricas. 

Proceso básico de la Electrolisis

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ACAPULCO MILENARIO

Año No. 6, No. 67, Octubre 2001

El milenario y turístico puerto de Acapulco, Guerrero, fue uno de los principales lugares vacacionales desde la época del Magno Imperio Azteca, al cual, en determinada fecha, acudían viajeros de aproximadamente 20 países del mundo, principalmente de Asia, Europa y América.

Puerto de Acapulco Actual

El barón Alejandro Humbolt, en sus crónicas llegó a considerar dicha feria en Acapulco, como «la más renombrada del mundo», dice que se congregaban gente de 20 lugares del orbe y que la multitud abarrotaba las hospederías e improvisaba recursos a muchos kilómetros a la redonda.

Por su parte, la escritora Luz de Guadalupe Jóseph, en su obra “En el Viejo Acapulco”, afirma que este puerto turístico, desde mil años antes de la llegada de las carabelas denominadas «Cristóbal Colón», ya existía un activo y regular comercio entre países del Lejano Oriente.

La escritora explica que la palabra Acapulco quiere decir en Náhuatl: Lugar en donde fueron destruidas las cañas o Lugar de las cañas grandes».

Alexander Von  Humbold

Pero de acuerdo a interpretaciones de otros conocedores del Náhuatl, explican que Acatl o caña, significa también gente o persona, al igual que la palabra Gavilla que quiere decir: Manojo de trigo o reunión de gente sin concierto, entonces, Acapulco podría significar: En donde se reúnen gentes grandes e importantes.

El investigador Mr. Ferraud, recientemente encontró documentos que confirman que los fenicios comerciaban con los habitantes de la América meridional. En una sesión en la Sociedad Geográfica de París, Mr. Romanet de Taillaut, explicó que existen datos de expediciones de normandos hacia América.

Navío normando. Detalle del Tapiz de Bayeux

Los anteriores temas históricos relacionados a viajeros europeos o asiáticos que supuestamente descubrieron el continente Americano, nos da a comprender que efectivamente existió una intercomunicación marítima entre México y diversas naciones del mundo en la época del Magno Imperio Azteca. 

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LA CIENCIA GENETICA AZTECA

AÑO 6 No. 68, NOVIEMBRE 2001

Uno de los mayores y últimos adelantos de nuestra ciencia moderna es el descubrimiento de los Ácidos Nucleicos, moléculas muy complejas que producen las células vivas y los virus. Reciben este nombre porque fueron aisladas por primera vez del núcleo de células vivas. Este mismo descubrimiento científico lo encontramos en los libros Aztecas,  en la página 30 del llamado Códice Borgia.

Respecto a este tema, el escritor Erich Von Däniken, en su obra «El Día que llegaron los Dioses»,  explica que los antiguos mexicanos ya conocían la existencia de los aminoácidos, que son el fundamento para las proteínas y  las células.

El escritor antes de entrar en materia haciendo alusión a lo difícil de poder interpretar los códices Aztecas, como es el caso del Códice denominado Borgia, dijo: «Tuve la impresión de ser uno de aquellos primeros hombres de los que se afirma en el Popol Vuh que los dioses les velaron los ojos para que ya no pudieran ver con tanta acuidad».

Página del Códice Borgia

El autor se preguntó por qué los Aztecas usaron en su calendario 20 días. Por casualidad sólo hay 20 aminoácidos naturales que participan en la confección de la vida. Explica que los signos Aztecas y Mayas son plurisignificativos. Aun suponiendo que en efecto los 20 signos se refieran a los días, ello no excluiría otra posible interpretación. 

Símbolos del Calendario Maya

El doctor Rubín de la Borbolla en su obra «La medicina en México antiguo», dijo que nuestros antiguos mexicanos estaban muy adelantados en las trepanaciones o cirugía del cerebro, los bisturís u hojas afiladas eran de obsidiana; para la curación de fracturas empleaban pequeños cojines de algodón,  se hacían ligaduras y se aliviaban los dolores suministrando frutos analgésicos.

Símbolos del Calendario Azteca

El escritor Francisco Javier Clavijero (1731- 1787), dijo que era sumamente raro encontrar entre los mexicanos un hombre corcovado o jorobado, un estevado o de piernas arqueadas o un bizco. Luego de alabar la belleza de la mujer mexicana, explicó que ellas eran de suave genio y su semblante de natural modestia.

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